domingo, 3 de abril de 2011

El Voto Seguro y el Tercer Mundo. ¿Cómo superar ambos?


No soy demócrata porque soy peruana. Si fuera natural de algún país primermundista tal vez creería en la legitimidad de la voluntad popular. Pero estando en el Perú no se puede cometer el pecado de creer que esta psique colectiva engendrará alguna vez una decisión popular que nos llevara a ser gestores de nuestro propio desarrollo. Si fuéramos capaces de tal hazaña no seríamos tercermundistas. 


Dejando en claro esto, podrán entender que lo que escribo a continuación lo expreso desde una visión divorciada de la democracia y del concepto de "nación". En el Perú no hay nación, hay naciones, comunidades, pueblos. Y yo me declaro ajena a aquella nación/pueblo/comunidad/ que siendo mayoritaria que es quien decide el destino del país.

Terminado hace unos minutos el debate de los cinco principales candidatos a la presidencia me asalta la pregunta más obvia ¿Cómo es que alguien en su sano juicio puede decidir su voto a favor de,  ya no el menos malo, sino del peor?

Veo que la calidad del discurso/plan de gobierno/ ideas de Ollanta Humala es inversamente proporcional a su lugar en las encuestas. Entendámonos: Mientras menos propuestas coherentes, más votos.

Y es que Humala reúne los 3 requisitos que el pueblo inculto y resentido necesita ver en su representante: Ser cholo,  informal y necio. Estos tres requisitos son las constantes o principios que rigen a toda la masa peruana que es quien nos tiene condenados a vivir (o sufrir) con sus decisiones cada 5 años.

Para el votante promedio, ser cholo adjudica automáticamente al candidato un origen humilde, una infancia de sacrificios y una identificación casi devota con el pueblo. Luego los racistas, prejuiciosos y creadores de estereotipos somos la "élite criolla" o los "Blanquitos de Mirafores" (Frase acuñada por la blanquísima Eliane Karp de Toledo). De nada valen los logros académicos, profesionales, políticos, sociales que pesen en el currículo de un candidato. Primero se ve la piel: Si no es cholo, no es del pueblo. No importa ser un "cholo superado" como Toledo, un "cholo nacionalista" como Humala, un cholo liberal o izquierdista, cholo es cholo al fin y al cabo y que tengan o no propuestas es lo de menos.

Ser informal también ha de ser requisito. Recuerden con Toledo la "Hora Cabana", el escándalo del Hotel Melody, las panacas, los whiskys o (en el caso de Humala) no poder materializar dos frases seguidas sin leer un guion, o no contestar las preguntas que se le hacen en un debate publico que él quiere transformar en un monólogo, etc, etc.

Y por ultimo ser necio. Bueno no puedo explayarme mucho en esto puesto que los cinco candidatos en mayor o menor medida cumplen a cabalidad este requisito. Y la mayoría de peruanos también.

De Keiko, Kuczynski y Castañeda no hay mucho mas que agregar. Son candidatos que -en honor a la verdad- se han roto el lomo (y el bolsillo) en las campañas por lograr sus respectivos porcentajes de preferencia electoral. Es lo que pasa cuando no se nace cholo.

Nuestro atraso no es por lo tanto consecuencia de la mala distribución de la riqueza, ni de la falta de empleo y oportunidades. Es la simple MEDIOCRIDAD del peruano de a pie, de aquel que cree que papá gobierno debe darle luz, agua y desagüe a pesar de haber levantado su casa en medio de un arenal. Aquel peruano que exige salud gratuita mientras factura 3 mil soles al mes en un puesto de mercado sin pagar impuestos. O aquel que es capaz de erigir un pueblo joven pero pide "obras" al gobierno como construir una escuela. Porque claro, los prostíbulos y bares se los construyen ellos mismos.

O aquellos habitantes de los famosos callejones de un solo caño que comparten letrina hace 70 años por falta de recursos pero pueden gastarse 2000 soles en cerveza en una pollada pro fondos del quinceañero de alguna vecinita que quedará embarazada antes de los 16.

Cualquier candidato que prometa una mamadera perpetua para este pueblo tiene el juego a medio ganar.

Volviendo al problema de la democracia peruana yo pregunto entonces ¿Cómo podemos creer que personas que hacen sus heces junto a su comida serán capaces de tomar una decisión coherente que nos sacara del mismo estado del que aquella decisión procede?

A Kuczynski le dicen el candidato de los ricos y de los blancos. ¿Por qué? Porque propone educación, formalidad y planificación a largo plazo. Un idioma que el pueblo peruano nunca ha querido aprender, porque es lenguaje de ricos. El pueblo ha de ser chicha, ha de bloquear carreteras, invadir el desierto, leer prensa amarilla en vez de periódicos serios. Si eres formal y pagas impuestos, eres un sucio oligarca capitalista adorador de satanás que prefiere la sinfónica en vez del Grupo 5. Por eso desde que escuché el primer discurso de Kuczynski sabía que nunca ganaría.

Un ejemplo gráfico de la enfermedad endémica llamada MEDIOCRIDAD que sufre nuestro país sucedió hace unas cuantas semanas mientras viajaba yo en taxi y como siempre suele suceder, terminé intercambiando opiniones políticas sobre la coyuntura electoral con el chofer.

El obrero del volante, cobrizo él, muy acalorado por el sol de mediodía me confesó que votaría por Toledo a pesar de ser consciente de que Kuczynski era la mejor opción. Mi pregunta obvia fue ¿Por que haría alguien semejante cosa? Pues para mi sorpresa él me dio como razón principal que Kuczynski tenía como pasatiempo tocar la flauta traversa y que si fuera más "tirado para el Perú" (sic) tocaría la quena. Su respuesta me sumergió en una realidad kafkiana de la que solo podía salir hablando su mismo lenguaje, así que pregunté ¿Qué tenía de malo tocar la flauta traversa? A lo que el taxista muy tranquilo respondió con otra pregunta: ¿Acaso alguna vez ha visto a un peruano de clase obrera escuchar una sinfónica en vivo?

Yo por supuesto respondí que sí. Tal vez este mal informado taxista no estuviera enterado de las veladas sinfónicas que se organizaron en el Cono Norte, distrito obrero sin lugar a dudas. Decidí ponerlo al día contándole de estos eventos y su gran acogida. Para mi mayor sorpresa respondió que esas cosas son muy excepcionales y que tal vez estén bien para los suizos pero no para los peruanos, pues es darle al pueblo un entretenimiento de primer mundo que no se ajusta a nuestra realidad.

Me quedé reflexionando mucho sobre la dramática realidad expresada en las palabras de este conductor de taxi. Palabras que hacen eco en todo el país, en las zonas rurales, pobres, marginales, informales y resentidas. Finalmente entendí esa conversación como un feed-back que ya se me hacía necesario para sondear la involución del pueblo peruano. Me dí cuenta de que hasta que no se extinguiera toda la generación de ese pobre hombre y su forma de pensar, no tendríamos nunca una oportunidad de salir adelante a traves de una decisión colectiva como son la elecciones democráticas.

No creo que nadie sea capaz de nombrarme un sólo estado del primer mundo que se haya fundado en democracia y se haya mantenido en ella mientras conseguía su desarrollo. Muchos me dirán "Hey! Don´t forget USA! Pues a esos les digo solo dos palabras: Voto facultativo.

Solo el 10% de la población norteamericana llega a votar. Hay que registrarse, ser ciudadano, saber leer, tener cierta capacidad mental, o siempre puedes dejarlo todo en manos de un colegio electoral. No se si yo estoy mal pero que las decisiones las tome el 10% de la población de un estado no es democracia, es aristocracia, yanki, pero aristocracia al fin y al cabo.

No abogo por la dictadura pero creo que si dejáramos que voten solo los peruanos con cierto nivel cultural e interés político estaríamos por buen camino. Repito: Voto facultativo. Así no tendríamos que vernos en la necesidad del famoso voto por necesidad o también llamado "Voto seguro", ese voto que emites por A para que no salga elegido B. Y si alguna vez volvemos a tener un dictador, la única forma de que no sea una catástrofe para el país es que sea consciente de que el pueblo esta mal de la cabeza y que una revolución cultural debe darse con dramática urgencia.

Como pueden ver, no respondo a la pregunta que titula este articulo. Creo que a estas alturas la pregunta sobre el voto seguro y el tercermundismo es mas bien un lamento... ¿Cómo superarlos? ¿Cómo?

Mientras cada uno de los que sabemos pensar elaboramos la respuesta, tomemos las cosas deportivamente, ignoremos la pestilencia que nos rodea y digamos con optimismo: Bienvenidos sean 5 años más en el infierno.

domingo, 20 de febrero de 2011

Democracia: Cuando las minorías mandan


Esta semana se generó -una vez más- un controvertido debate sobre los derechos de los que optan por una opción sexual diferente a la de la mayoría. Esto a razón de la manifestación que realizara el MHOL -  Movimiento Homosexual de Lima, frente a la Catedral, en plena Plaza de Armas y que fuera crudamente reprimida por las autoridades. La acción llamada "Besos contra la homofobia" fue eso, besos. Besos entre parejas del mismo sexo, a media tarde en un espacio público y especialmente en la gradería del mayor edificio de culto católico del Perú. Este intentó ser un acto simbólico sobre el derecho de los gays a expresarse como cualquier heterosexual lo haría en un espacio público. Pero ¿Hasta qué punto su aceptación es un derecho sin que se convierta en un deber para el resto?

He aquí mi primera observación. Está claro que nadie debe ser perseguido ni discriminado por opinar, pensar, actuar o creer en algo diferente. Las minorías políticas, religiosas, sexuales y étnicas están amparadas en este derecho constitucional. Negarlo o disminuirlo iría contra el principio democrático y el estado de derecho en el que nos enorgullece vivir. Pero de qué forma se puede hablar de "democratización" de los derechos cuando se fuerza a una sociedad a aceptar los de una minoría en agravio de los de la mayoría.

Veamos. Estamos en un país cuya población profesa en absoluta mayoría la fe cristiana y dentro de esta, gana por rotunda mayoría la confesión católica. Esto quiere decir que la sociedad en pleno comparte el mismo sistema de valores y defiende a capa y espada un código de ética y conducta, con matices de forma mas no de fondo.

Si estuviéramos en un gobierno totalitario o fascistoide, la minoría sexual que nos atañe no tendría derecho a existir, pero existe. No tendría derecho a proclamar su opción, pero la proclama. No tendría derecho a expresar su opinión y creencias mediante los medios de comunicación, pero la expresa y mucho. A pesar de esto, el MHOL, los colectivos LGBT y demás agrupaciones no cesan en acusar su falta de derechos y la persecución sistemática de su forma de vida. Estamos ante un santo Tomás que ve y no quiere creer.

Por otro lado, la democracia que gozamos ha servido de poco o nada para el ciudadano de a pie que aún clama por reformas laborales y sociales, que aún no ve un cambio en el nivel educativo que el Estado Peruano le ofrece a sus hijos, ni las mejoras salariales que vienen prometiendo izquierdas y derechas desde hace 20 años. No vemos las tan necesarias reformas del poder judicial, de la infraestructura vial ni de la salud pública. Aun así nos obligan a creer que estamos en Democracia. Y lo creemos. Aunque no se haya avanzado más de unos metros en la kilométrica carrera por alcanzar una calidad de vida óptima para el "Demos", el pueblo. Este pueblo peruano es el santo que no ve pero cree.

A pesar de este estancamiento, nos llueven otro tipo de reformas, catalogadas por los medios de muy "primermundistas", que garantizan el libre atentado contra las creencias de la mayoría. Se reforma la constitución para asegurar el trato igualitario de quienes deciden no ser iguales. Se garantiza la libre ofensa contra la esencia moral de la mayoría por parte de la minoría sexual que esta cansada de ser ofendida. Se garantiza la libre intolerancia contra la confesión absoluta de un pueblo que debe aceptar -y acepta- lo que para su sistema de valores son conductas enfermas y degeneradas. Ironía pura y dura.

Repito por ello mi primera observación: ¿Podemos hablar de "derecho" a imponer la aceptación de una conducta que va contra los principios de la mayoría? ¿Contra la susceptibilidad ética y moral? ¿Que pasaría si una agrupación islámica celebrara el cumpleaños de Bin Laden en las ruinas del World Trade Center? ¿O que un grupo de satanistas ejercieran su derecho a la libre expresión en la Plaza de San Pedro? ¿O que se celebrara un concurso de Miss Trasero en Bikini en una mezquita de Teherán?. No comparo a un gay con un extremista islámico, aunque para un cristiano de a pie sea algo peor que eso. Solo trato de decir que se debe hacer una diferenciación entre libre expresión y provocación. 

He aquí mi segunda observación: Los gays buscan ya no la aceptación, sino la distorsión misma de la realidad para su conveniencia. Me explico. Claman por ser vistos como normales, cuando nada en su comportamiento lo es. Los heterosexuales no celebran su sexualidad en un "Día de orgullo". Los homosexuales sí. Los heterosexuales no realizan demostraciones eróticas frente a edificios de culto religioso, ellos sí. Los colectivos gays hablan sobre los arcaicos modelos de aceptación social y su modificación en bienestar de su minoría. Sin embargo imitan justamente esos modelos, como es el caso de la institución del "matrimonio" o la "familia". Desean casarse de blanco y tener niños. ¿Por qué no desean una vida sexualmente discreta como el resto? O quieren ser normales o no quieren serlo. Entiéndase que para las sociedades occidentales en general, y latinoamericanas en particular, los homosexuales son personas con derecho a existir y gozar del mismo trato en el desenvolvimiento de su vida en sociedad. Pero nada más. Son anormales con derecho a serlo y el resto con el deber de callarse la boca. Viven en una utopía de aceptación y respeto que sus antecesores de hace tan solo dos o tres décadas atrás sólo soñaron. Pero para ellos no es suficiente. 

Para que se me entienda: Son gente que cree que 2+2 es igual a 5. Lucharon porque las leyes amparan su derecho a creer que 2+2 es igual a 5 sin que nadie los moleste y ganaron, aquí y en buena parte del mundo. Y no contentos con ello ahora buscan, ya no que la gente respete el hecho de que existan personas que creen que 2+2 igual 5, sino que buscan hacer que toda la sociedad acepte que 2+2 igual 5, o a 4, o a 2. Y quienes no acatan esta imposición, son intolerantes. 

Un ejemplo concreto fue allá por el 2007 cuando se cerró la discoteca gay "Down Town" y todo el colectivo homosexual cerró filas contra lo que consideraban un caso de homofobia por parte de la Municipalidad de Miraflores. El hecho REAL de que esta municipalidad cierre locales tanto como yo cierro la puerta de mi casa tenía poco que ver, ni que el local hubiera incurrido en faltas tributarias, ni que el  nivel de decibeles que producía fuera ilegal e insano para la vecindad. Ninguna REALIDAD venía a cuento aquí. El meollo del asunto era que ellos eran gays y que se los clausuraba porque se les odiaba. La igualdad ante la ley aquí no aplicaba para ellos. Lo mismo si la policía hace una redada contra la prostitución. Si arrestan a meretrices femeninas, pues nadie se entera o apenas hace ruido, pero si las/los meretrices eran travestís se trata de homofobia por parte del serenazgo o la fuerza policial. Luego de estos casos se desprenden campañas y escuelas de sensibilización en "derechos humanos" a los agentes de Serenazgo. Cursos y escuelas que serán pagados por la ciudadanía. La igualdad se escapa del discurso "homo" cuando les conviene. El trato preferencial que exigen se ha vuelto una imposición que debe ser acatada para no caer en el agravio de ser tildado de homofóbico, extremista, intolerante o gay reprimido. 

Este domingo terminó el segundo -y esta vez exitoso- acto de "Besos contra la homofobia" llamada La Reivindicación. Otra vez el trato preferencial del que gozan obligó a que la fuerza policial sólo observara la manifestación en medio de la Plaza de Armas, que por ley se tiene como zona rígida para cualquier tipo de manifestación (no gay). Celebro que terminara la fiesta en paz y que esta vez escogieran la pileta central y no el atrio de la catedral para expresar su -ilegal- manifestación.

La paradoja política de la Democracia de la minoría se palpa en cada rincón de nuestra moribunda sociedad. Muchos lo consideran un avance, pero esta servidora lo ve como un hecho tan retrógrado y nocivo como si se tratara de la vuelta al poder de la minoría oligárquica latifundista criolla que gobernó en el Perú sobre la gran masa popular hasta bien entrado el siglo XX . Tal vez se acerque la hora en que suba un Augusto B. Leguía gay que las nuevas minorías privilegiadas del siglo XXI necesitan para terminar de consolidar su dominio sobre el pueblo. ¿Quién sabe?