lunes, 26 de enero de 2015

Se derogó la ley del Régimen Laboral Juvenil... ¿Y que?

Y se derogó la Ley del Régimen Laboral Juvenil, alias "Ley Pulpín"... Una ley, para que mis lectores internacionales se sitúen, que se dio en el congreso peruano a finales del año 2014 para "motivar" en las empresas privadas la contratación de jóvenes entre 18 y 25 años, a modo de "régimen especial" que los dejaba sin una serie de beneficios laborales. 
Yo me pregunto: si fue tan mala, ¿por qué se aprobó en primer lugar?, y si era tan buena ¿por qué entonces se derogó? Sobre todo considerando el hecho de que buena parte de los congresistas que hoy votaron a favor de la derogatoria, habían previamente levantado la mano para su aprobación ¿Extraño, no? ¿Nuestro orden legislativo depende de la bulla que hace la gente en la calle? ¿Puede más el terror al vacío de votos en las próximas elecciones, que al sentido común de 130 legisladores? (Y por favor, lo de "sentido común" es sólo una licencia, se muy bien de que pie cojean nuestros "padres de la plata").
Más allá de los motivos, esta maleabilidad en las decisiones de los que se supone legislan nuestras vidas deja un sabor amargo y muy incómodo.
Pero al grano, mi opinión al respecto es la siguiente: La ley del régimen laboral juvenil NO estaba hecha para motivar la contratación de los jóvenes por parte de la empresa privada, sino que estaba hecha para motivar a los empresarios a DEJAR DE VIOLAR la ley del Régimen Laboral General Peruano, lo que la hacía doblemente obsoleta. ¿O acaso alguien de buena fe en verdad cree que los millones de jóvenes oficialmente desempleados, en verdad lo están? (Lo dice alguien que ha trabajado desde que tenía 16 años y conoce la realidad de este país de cabo a rabo). Pocas veces he visto en el Perú a gente de 17 a 25 años sin hacer alguna actividad remunerada, a menos que pertenezcan a un estrato social que pueda permitírselo. Señores, por favor, los jóvenes no están desempleados ¡están atrapados en el Leviatán de la informalidad peruana! ¡Aquí el que gana más es el que más vuelta le saca a la ley! ¿Y eso lo quieren solucionar con otra ley? Cuántas empresas informales verán como "motivación" el pagar menos impuesto a la renta ¡¡cuando nunca lo han pagado!!

Para ser justos, no es algo que se encasille en determinado "estrato" de empresa. Veo a diario a "mypes" o "pymes" que se asfixian en una burocracia asquerosa por mantener a sus escasos trabajadores en planilla a la vez que veo grandes empresas que tienen a medio personal cobrando con recibos por honorarios. Ya ni hablar de la sacada de vuelta que hace el mismísimo gobierno con el régimen "CAS". ¿O no se acuerdan que hasta el año 2012 más de la mitad de la fuerza laboral del estado no gozaba ni siquiera de la posibilidad de tener ESSALUD? Y es que el problema no son las leyes ni la falta de ellas, sino que en este país a la gente no le da miedo incumplirlas. El Régimen general podrá no ser perfecto, podrá ser mejorable hasta el infinito, pero mientras nadie tenga la voluntad política de hacerlo cumplir, con sanciones durísimas y cárcel de por medio; y mientras las políticas laborales peruanas las siga dictando la Cámara de Comercio o la SNI, nada va a cambiar. Con "Ley Pulpín" o sin ella, los jóvenes, adultos y viejos seguirán siendo explotados, subcontratados, estafados y presionados para aguantar condiciones laborales que no se ajustan a lo que la ley exige de quienes crean empleo. 
Es como si quisiéramos solucionar el problema del transporte público dando leyes que "motiven" a los choferes de combis a cumplir con el Reglamento de Tránsito. ¿Se imaginan a Orión cobrando una subvención de gasolina por haber respetado la luz roja? ¿Por haber atropellado menos? Pues lo mismo con nuestra realidad laboral y la "Ley Pulpín".

La mediocridad de los que salieron a protestar contra esta ley caerá por su propio peso. Ahora
celebran como quien derrumba el ultimo bloque del muro de Berlín, pero lo cierto es que el 70% de la fuerza laboral peruana trabaja y cobra en la absoluta informalidad. Sin embargo nunca los hemos visto (ni los veremos jamás) protestando ante la SUNAT exigiendo mayor fiscalización de los vendedores ambulantes, o tomando las calles rumbo al congreso clamando por una ley que encarcele a los quioscos donde sacan las fotocopias ilegales con las que estudian. ¿Disciplinarse? ¿Hacer mea culpa? ¿Ver la suma de errores con la que contribuimos a este sistema fallido? ¡Ni hablar! No hay protestas más allá de las que tocan nuestros bolsillos, o de las que están de moda. ¿Voluntad de hacer cumplir las leyes? Menos. Ni de los de arriba ni de los de abajo. Solo hay cálculo político y cálculo de votos, cálculo de sueldos y cálculo de "grati". 

Entendamos de una vez que ser popular y ser eficiente casi nunca van de la mano en democracia, y los políticos lo saben muy bien. Y lo más triste es que es el propio pueblo, cegado por la ficción de la representatividad, el que pone esas reglas del juego. La casta política solo baila al ritmo de la música que les tocamos. Pero claro, siempre será más cómodo autoengañarnos y sentarnos a esperar el estado de bienestar que tanto envidiamos de otros lares. O siempre le podremos echar la culpa a España por llevarse menos oro que Antamina hace 300 años. ¿Nuestra culpa? Jamás.

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